Hombre
de nuestra entraña, gran ser humano y
extraordinario futbolista.
Vivía
al lado de la cancha, pasando el puente colgante de guadua que existía para
cruzar la quebrada de San José, por la Bomba Cody, podría decir que también
vivía en los bajos de Juanita La Loca y Juanita
vivía con doña Isaura Cardona, la única vivienda
que existía al otro lado del puente; cuando se cruzaba el puente, el camino se dividía
en dos, uno hacia la cancha, el otro bordeando la quebrada no llevaba a la casa
de Tito,
padre de Álvaro y del profe Osmar; Juanita, la bella y noble ancianita,
con su bata negra y larga, se sentaba en el planchón de la Galería; en un
principio nos causaba miedo, pánico y hasta terror, pero cuando fuimos
creciendo junto a ella, le perdimos el miedo y de allí en adelante fue nuestra abuelita, la
hacíamos respetar a como diera lugar, a
los puños si fuese necesario.
Tuve
yo la fortuna de crecer al lado de “La Pulga”, ver su exquisito futbol
que nos regalaba en las tardes domingueras, su potencia, su vitalidad, su
energía y su maestría, tal vez igual o mejor al maestro Jairo Arboleda, volvían
el balón como un corozo y hacían ver el futbol tan fácil que todos queríamos
imitar.
Recuerdo
cuantas tardes, mañanas y días que quemábamos al lado de Alvarito tratando de
quitarle el balón en los improvisados partidos, entre otros al larguirucho de Gabriel
Giraldo Arias, a los hermanos Gaviria, Jorge y Juancho,
y a toda la muchachada de la época, no le veíamos una sola, el pobre Gabriel
era el que más sufría, pues por sus largas piernas siempre le hacía caños (túneles),
no sé, tal vez por esa razón fue que Gabriel fracaso en el futbol, se retiró para
dedicarse al atletismo y ser un triunfador en él.
Me
enfrente contra Álvaro dos o tres veces
en partidos de campeonato, a veces me paraba en la cancha para verlo jugar,
recogía cuatro o cinco contrarios a su alrededor incluyéndome algunas veces a mí
y en un exhalar nos hacia una finta pintoresca y nos dejaba a todos
boquiabiertos, exhalaba un enorme y violento suspiro acompañado de un uuuchhhh
y una enorme risotada se dibujaba siempre en su boca, parecía que quisiera
exclamar la muy mentada voz taurina de oleeeee.
Su
exquisito futbol lo llevo a Deportes Sevilla, donde nos regaló tardes
dominicales de su extraordinario futbol y seguidillas de triunfos en nuestra
cancha y en diferentes estadios del Valle del Cauca.
De
allí se catapulto en prueba a equipos como América, pero por la proximidad fue al Deportes Quindío,
luego al Deportivo Independiente Santafé, donde jugo en el equipo profesional
por unas temporadas, por esas cosas de la vida y como un buen crack,
desafortunadamente le toco abandonar su carrera deportiva como futbolista,
regresando a Sevilla a continuar jugando partidos sin trascendencia para su carrera, en
equipos de poco trayecto hasta abandonar el futbol.
Al
final ordeno su vida y se convirtió a una de tantas religiones, hasta que el
año pasado murió, entrego su cuerpo a la tierra, pero allá en otro lugar del
tiempo y del espacio nos espera a Gabirel,
a los hermanitos Gaviria, a los hermanitos
Bastidas,
a los hermanos Valencia, a Coco-Viejo, a Coche, y a una
interminable lista de personajes que pasaron por la cancha del COGESAN: claro que ya debe haberse
encontrado con doña Josefina,
recuerdo que a la pobre le apagábamos el fogón de un balonazo y sus arepas
fritas, empanadas y salchichón de perro que nos vendía, volaban por el aire
muchas veces hasta estrellarse con el muro de don Humberto Marín, padre de Humberto,
arbitro oficial, junto con Fabián Ordoñez, hijo de doña Josefina
nos pitaban los partidos, este par me expulsaron en sendos partidos, por la
calentura que se vive dentro de ellos, ahora comprendo a Neymar, en el partido
contra Colombia.
Si
hoy hiciéramos un comparativo de Álvaro con algún jugador del futbol
profesional colombiano, incluso de la selección Colombia ninguno le daría la talla, creo que quienes
vivimos esa época o los que lo vieron jugar están de acuerdo conmigo.
Pero
aprovecho y no puedo dejar pasar esta ocasión,
para hablar de La Galería y de algunos personajes, porque son recuerdos que se
van hilvanando y que tienen muchísimo que ver con estas historias nuestras, por
ese sector de Sevilla nacimos, estudiamos, hicimos pilatunas, nos enamoramos y
nos formamos por nosotros mismos y por los personajes que aparecen en esta
historia, porque de ellos nos nutrimos como hombres trabajadores y de bien,
fueron un muy buen ejemplo para la muchachada de la época, además porque en ese
sector trabajamos, recuerdo a “La Pulga” llevando domicilios,
cuando no le ayudaba a su padre Tito en la zapatería o ayudándome a
mí a vender gazapos y gallinas, en el planchón
de La Galería, estos personajes trabajaban allí, cuando nuestra Galería era
pujante, con vida propia, se conseguía de todo, verduras y al comando de ellas,
“El
TIGRE”, padre de Gustavo Gallego “Mamoncillo”, era
impresionante el surtido que tenían, los domicilios los hacían en enormes
canastos de mimbre, los cuales los cargaban en la espalda, personajes que eran
como coteros, se colocaban un poncho en sus cabezas para luego pasar la correa
de cabuya por sus frentes, para soportar la pesada carga que llevaban o a los
carros o a las propias casas.
La
carne, el queso y la mantequilla los
envolvían en hojas de vihao, no como hoy que las empacan en bolsas plásticas,
las que atentan contra la salud del ser humano.
En
la sección de granos estaba “El Antioqueño”, un flaco y enorme señor de
bigote y sombrero de alas anchas, con guarniel cruzado, un gran señor,
formalísimo y cuentero, nos entretenía muchísimo con sus historias, el quedaba
en la parte interna de La Galería por La
Pista.
Por
la calle 58 y en la parte externa de La Galería estaba el señor Barreros (Granero El Titán, allí en la puerta
de su granero un sábado, mataron a la señora Laura Salazar, dueña de
la finca Las Mirlas, sitio de reunión de la chusma como la llamábamos en
esa época), papá de la señora Miriam
Barreros, también por allí mismo tenía su granero do Abelardo
Zapata; todos ellos y muchos que se escapan de mi mente, recuerdo que
el grano lo empacaban en bolsas de papel, bien fuera en medias libras, libras,
kilos, puchas o cuarterones, tenían unos cajoncitos de madera, los que llenaban
y luego rasaban con una pequeña tabla.
Hoy
esa bella historia que todos los sevillanos escribimos y forjamos desde
cualquier frente, se ve truncada en la realidad, mas no en los sueños, porque
espero que antes de irme a jugar el partido final con Álvaro y los parceros de
mi época, allá donde no hay ni tiempo ni espacio, podamos ver a la Sevilla De Mis Amores, como el municipio pujante, inteligente y verde de Colombia.
Todos
estos personajes contribuyeron al progreso de nuestra tierra amada, Sevilla,
Valle del Cauca, Colombia, y se han perdido en la historia, cuando
entre todos forjamos la Sevilla de hoy, sé que olvido a
muchos de ellos, así como a muchas historias, a propósito esta pequeñísima
historia la escribí a petición de mis amigos Gabriel Giraldo Arias y Tobías
Bastidas, a ellos mil gracias por refrescar mi memoria y en ella mis
recuerdos.
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