La noche del espanto
V.
En otro lejano tiempo, en otro de nuestros
paseos a Los Encuentros para acampar (Los
Encuentros son un cruce de varias quebradas, San Marcos, Saldaña, Quebrada de
San José y La Paila, la cual baja del cañón de Chicoral, Galicia), formando
grandes charcos en esa época. Y es así como ocurrió, la familia armo las carpas
en un lugar central, alrededor estaban las carpas de los amigos que eran
numerosos, mi señora esposa estaba en embarazo de nuestra hija, por lo tanto
nos llamaron para ponernos al tanto de una chistosa y miedosa pilatuna que harían
a eso de las nueve de la noche cuando todo es oscuridad, canto de grillos y
ranas, ya preparado todo, todos alrededor de la fogata contando historias de
pesca y de espanto, pero faltaba “Radio” Miguel, donde está el viejo, debe
estar por ahí haciendo sus necesidades, cuento va, cuento viene; de pronto
emerge un pequeño fantasma de dentro de
un espeso guadual, viene a toda velocidad pero a medida que se acerca se va
creciendo, los hombres más hombres desenfundan sus armas pero nada el fantasma
crece y sus enormes ojos nos miran desde
lo más alto, ahora es imparable, muy cerca ya cunde el terror, los hombres más
hombres tiran sus armas y corren como si escaparan de un enjambre de abejas,
otros se arrodillan buscado al creador para pedir perdón por sus pecados, solo
quedamos firmes y muertos de la risa, mi suegra, mi esposa y yo, llego el pobre
Miguel jadeando sudoroso y cansado, claro coloco una sábana blanca en la punta
de una guadua y empezó a correr, a
medida que corría iba levantando la guadua, la sabana se movía al ritmo del
viento, las mentes de los hombres más hombres vieron visiones, pero claro
entraron en pánico, y el pánico le proyecta películas extrañas en la mente de
cualquiera. Después del suceso nadie durmió, fue una noche de risas y de
reclamos al actor. Claro que si yo no me hubiera enterado antes, seguramente no
me hubieran alcanzado, tal vez aun seguiría corriendo. Ahh de los hombres más
hombres no puedo decir sus nombres porque me harían correr hasta cazarme y
seguramente no me salvaría de una golpiza.
Aventuras en La Miel
El ranchero
VI.
Ahora las aventuras iban a ser en diferente
lugar, La Miel, concretamente Estación Los Totumos, es un puente férreo sobre
el río La Miel, a quinientos metros esta la desembocadura de La Miel sobre El
Magdalena, lugar de una extraordinaria pesca para anzuelo y lindo espectáculos
de la pesca de canoas, espectáculo que dura toda la noche, al amanecer continua
en el Río Magdalena con la recuperación de chinchorros y trasmallos los que
vienen cargados de bagres, bocachicos, barbudos, moinos, en fin toda una
ricura, los pequeños son devueltos al río. Los medianos los regalan y solo se
quedan con la pesca mayor. Bueno el equipo de pescadores comandado por “Radio”
Miguel, llego una tarde ya noche, y armo sus carpas, se instalaron en un sitio
un poco alejado del puente, para ese viaje llevaron un ranchero, se
acostumbraba a llevar siempre rancheros por aquello que de cocinar les quitaba
mucho tiempo; instalados, comieron, sección de cuentos y a dormir, eran algo
así como un poco más de media noche, el ranchero que era primera vez que los acompañaba
y que además era un hombre ya cargado en años, se levantó a hacer sus
necesidades, con tan mala suerte que a un costado de las carpas, hacia donde el
hombre caminó, había un extenso barranco que finalizaba en una playa del río,
dio dos, tres pasos y adiós, desapareció misteriosamente como halado por una
cuerda mágica, al momento nadie se dio cuenta, solo al otro día cuando
despuntaba el día se fueron levantando uno a uno, pero solo faltaba uno, el
ranchero, al cual llamaron a gritos pero no contestaba, se distribuyeron para
la búsqueda, que habría pasado, La Madre
Monte, El Mohán, una bruja, sería que el hombre era un pecador, tendría pacto
con el diablo, que pasaría, especulaciones, vamos a buscarlo, se repartieron
pero la comisión que le tocaba detrás de las carpas grito allí esta, se mató
este viejo, claro el hombre rodo por el barranco hasta el fondo, algo así como
cinco metro, todos se tiraron a ver que le había pasado al hombre, pero nada
estaba vivito de las volteretas quedo borracho y no pudo incorporarse más bien
se quedó dormido, el hombre al escuchar los gritos de sus compañeros despertó,
tieso de frio y mojado el pantalón, se había orinado y no se dio cuenta, casi
no son capaz de pararlo, luego tremendo baño, a cocinar y el grupo a pescar.
Culebra que haces ahí
VII.
En otro enero, tiempo de subienda en el Río
Magdalena, ya con otro grupo diferente de amigos, acamparon en la misma parte,
era sitio de camping preferido de todos. Ya
llevaban varios días de buena pesca y lo celebraron con una buenas
cervezas, seguidas de unos buenos aguardiente, ese día habían matado una gran
serpiente y alguno de esos petos que fueron la colgaron en un árbol para
sacarle la piel al otro día, ya entrados en copas, un muy buen amigo nuestro se
quedó dormido, empezó la maquina pilatunesca a funcionar, cogieron la culebra
muerta y se la enredaron en el cuello al amigo dejando la cabeza de la culebra
sobre la cara de mi amigo, acto seguido cogieron una escopeta y llamaron a
gritos a mi amigo, todos le alumbraban con una lámpara caperuza y lo llamaban a
gritos, cuando mi amigo despertó encontró la culebra enredada en su cuello, la
cabeza sobre su cara y una escopeta apuntando a su cara, mi pobre amigo se le
paso la rasca y le imploraba a Radio Miguel que no disparara, pálido y frio, gemía,
gritaba, manoteaba y pataleaba, la escena duro solo unos segundos pero el susto
de mi amigo fue monumental, hoy mi pobre amigo no puede ver una lombriz porque
manotea, grita y patalea, muy buen término de la pesca, ese día ya viajaron a
nuestro pueblo.
Comisión del hielo
VIII.
El mismo escenario (La Miel), otros pacientes,
hombres mayores, pescadores curtidos, sabios en su oficio, caminaron río
arriba, río abajo capturando buenas piezas y a las neveras, las que eran como baúles
de madera forrados de icopor, el piso lo llenaban de cisco de madera, mas
icopor, plástico y una capa de hielo, el hielo lo conseguían al otro lado del Río
La Miel, allí había un caserío donde destripaban el pescado por lo tanto habían
nubes de moscos, para cruzar al otro lado del río se iba en dos formas, canoas
o el puente, en las canoas cobraban, por el puente no, había una comisión que
se encargaba de traer el hielo, porque al día siguiente ya se acababa la pesca,
pues salió la comisión a traer la provisión de hielo y prefirieron cruzar el
puente, el puente tenia aproximadamente dos cuadras de largo y más o menos cada
10 metros tenia salvavidas, una especie de burladeros, uno se metía allí y el tren
pasaba cuan largo era, parecía el fin del mundo, el acabose, la muerte vestida
de hollín; los caballeros comisionados fueron pasando uno a uno por la
carrilera uno de tantos se quedó de ultimo por lo que la proximidad al río era
muy corta, de pronto sonó el tuuuu.. tuuuu, venia el tren, chistoso, miedoso y
risible, cundió el pánico no sabían si correr, devolverse o tirarse al río el
último que camino por el puente corrió hacia atrás, tropezó y chumbulun hombre
al agua, cayó al río, por fortuna sabía nadar pero su golpe se lo pego, los
otros, el más ágil logro llegar a la otra orilla, los más gordos y pesados les
toco meterse en los burladeros, son muy pequeños tanto que a uno de ellos le
rozo la barriga, pero no lo aporreo, cuando volvieron a cruzar con el hielo
pagaron una canoa, uno juro de rodillas que jamás volvería a ir por allá, otro
llego raspado una canilla y el otro llego mojado y atolondrado del golpe.
El tuno de naranjo
IX
Esa noche, noche de pilatunas, todos se
acostaron muy temprano después del chismorreo de lo sucedido en el día, faltaba
la pilatuna, temprano cogieron una pequeña culebra de esas cazadoras que no le
hacen daño a nadie, ya dormidos, se levantó “Radio”, y con una tuna, le pego un
pinchazo en la nalga al más gordito, este se levantó asustado saltando y
maldiciendo, prendieron las linternas y el gordito alcanzo a ver como la
culebrita salía de la carpa, me mordió, me mordió una culebra, todos salieron
tras la culebra pero no la pudieron alcanzar, el gordito bien preocupado
pregunto ¿Radio usted alcanzo a ver que culebra me mordió?, claro era una tuno
de naranjo, ¿y es muy peligrosa? Gmmm es mortal, es la más mortal de todas, que
hago vámonos para un hospital, cuando ya lo vieron al borde de un infarto le
contaron la verdad, pues esta pilatuna les costó la amistad, menos mal que este
fue el que juro que no volvería por allí.
El loco de la carpa
X.
Esa fue la gran noche de pilatunas, en otra de
las carpas dormían plácidamente, tal vez soñando con el retorno y el tremendo
sancocho que se harían al llegar, en medio del sueño, el que cayó al río no
soñaba con los peces, este tubo una horrible pesadilla, soñó que el tren lo hacía
trizas y quiso desandar los pasos, corrió y corrió, caía y corría, corría sobre
sus amigos a los cuales despertó, ellos muy asustados pensaron que algún
espíritu se le había incorporado, la carpa se movía cada que se chocaban contra
ella buscando la salida, la arrancaron y quedaron envueltos en ella, el
escandalo despertó a todos, pero en otra de las carpas, a otro de los novatos,
le amarraron los dos zapatos, él y todos dormían con ropa, a los gritos todos
salieron corriendo el novato se paró y cuando fue a dar el primer paso cayo de
bruces, enredado con cordones, cobija, varas de pescar, cundió el pánico en
todo el campamento, noche de risas, burlas
y de rico tinto con un buen lamparazo.
Febrero de 2019